viernes, 22 de junio de 2007

HISTORIAS QUE CONTAR Por Emmanuel González



Son tan interesantes las historias que cuentan las canciones, pero son aún más excitantes nuestros relatos, esos que se esconden detrás de ciertas melodías que también adoptamos como nuestras, es sensacional poder trasladarse a aquéllos fragmentos de nuestras vidas que han sido acompañados de algún aroma y una buena o mala rola.
Me atrevo a decir que la música juega un papel muy importante en la vida de los humanos, hay música cara, otra muy económica, también la hay religiosa, elitista, alternativa, pirata y por supuesto la pop y la grupera, dos mundos tan distintos y al mismo tiempo son tan similares.
Hoy en día ambos géneros aún son muy selectivos, tienen cada uno a su banda, más no son envidiosos, puesto que en muchas ocasiones escuchamos pequeñas dosis de música opuesta.
De hecho hace algunos días iba por Avenida Carranza (San Luis Potosí, México), observé un coche que iba a mi lado; último modelo, deportivo, abordaba a dos chicas (muy guapas por cierto) que tenían pintada la letra F en la frente, tarareaban al unísono con su reproductor de música “Por tu amor” de los mismísimos Alacranes Musical, al meritito ritmo de duranguense, ¡Que tal¡.
Ambos géneros se convierten en parte del ritual de la rutina de vida: en el desayuno, en el camión o el coche, en el tráfico, el antro, etc.
Es realmente increíble encontrar un porcentaje importante de la masa que asiste al baile en turno de los que se organizan en el famoso Salón Chicagos (San Luis Potosí, México), a gente que gana $500 a la semana. Pagan $150 por entrada más los “sixes” de 150 a 180 cada uno, más las tortas, los cigarros y la foto del recuerdo, y eso si vas solo, mejor aquí le paro, prácticamente se te va la quincena y bueno, lo bailado quien te lo quita, aunque se tendrán que abastecer comiendo de una manera muchísimo más austera, pero así es la euforia, lo que hace la música. La convocatoria a estos eventos reúne a 20 000 almas, sin mayor problema a diferencia de otros eventos por como algunos que se han efectuado en la Plaza de Toros, recuerdo a Reik, el cual también cubrí, estaba a media capacidad y en las taquillas prácticamente se regalaban los boletos, ¡que diferencia¡ la cerveza la vendían a $15 y los adolescentes y pubertos abundaban, muchos de ellos ebrios, pero las niñas encantadas, cantando y bailando y de igual manera nadie les podría quitar lo bailado.
Son realmente diferentes ¿no? Pero de lo que si estoy convencido es que todos, poperos o gruperos hemos encontrado el sabor de una canción y en ella la añoranza de la infancia, aquél abrazo de despedida, la risa, los llantos, las sorpresas, los 15 años de tu hermana y hasta aquélla peda con los cuates de la prepa, existirán caras tristes, sonrisas y carcajadas pero todas con UNA HISTORIA QUE CONTAR.


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