viernes, 22 de diciembre de 2006

Me lo dijo un perro callejero ... Por Karina Armenta


Callejero, esta es una canción del señor Alberto Cortez y el soundtrack de las vacaciones y comidas familiares en mi infancia. El escucharla hace que muchas fibras en mi ser sean tocadas, digo, a los 25 años ya la infancia paso hace un rato no ?, lo más increíble que al escuchar esta canción en el momento oportuno, aún ahora, me puede arrancar algunos sollosos, no sé si la canción realmente sea tan triste o yo le he conferido el aura de tristeza que trae consigo cuando la escucho, lo que si es inegable es que esta rola nos llega a muchos y todo aquel que en algún momento convivió con un mamífero cuadrúpedo de la especie canina, puede comprender el por qué. No quiero llegar al episodio de contar mis traumas infantiles y como si mi terapia fueran mis chuchillos, pero si puedo decir que hay más en ellos que un rabo que se entusiasma cuando le pasas comida debajo de la mesa o cuando son los únicos complices y compañeros de aventuras. No he escuchado muchas canciones en donde se le cante a estos amigos pero callejero es un buen ejemplo.Hace unos días, cuando me trasladaba al trabajo, en una esquina estaba un perro medianito color café, un callejero, al lado de una especie de trapo o algo así, al acercarse el carro pude ver que lo que yo suponía era un trapo, era en realidad un perro que había sido atropellado y a su lado estaba su amigo callejero el perro café, quien lo movía con la nariz, como alentándolo a que se levantara, como si no comprendiera por qué su compañero ya no quería caminar, si no lo hubiera visto yo misma, pensaría que alguien me quiere vender una historia de libro de autoayuda, pero nop, ahi estaba yo viendo a este animalito dando cátedra del sentido de la fidelidad, no me detube, pero me quedé con la imagen todo el día. Al regresar por la noche hacia mi casa por la misma calle en donde había visto a callejero con su amigo atropellado, el pequeño animal sin vida seguía ahí, y tambien a su lado, dormía su amigo callejero, como aguardando que la broma terminara y se levantara de una vez, ahi el callejero guardaba luto al único acompañante al que le importaba, ahí si, el ojito candy explotó y muchas cosas más, la lección más fuerte de fidelidad me la acababa de dar un animalito que ni siquiera necesitaba hablar y al que tal vez no vuelva a ver, oajalá que muchos aprendieramos de los callejeros, eso cambiaría algunas cosas en estos días.

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