jueves, 23 de agosto de 2007

UN DÍA CON EL DIABLO. Por Victor Banda


Comencé a sentir el polvo en mi nariz mientras el placer decidía entrar por los oídos. Los años llegaban por el recuerdo que emite el olor de cada acetato, no es lo mismo estar escuchando un disco compacto o mp3 de la banda que vas a ver en concierto, que llenar el ambiente con gloriosos guitarrazos a través de un acetato. El polvo continuaba involucrándose en mi cuarto cada vez que movía las columnas de discos, anhelaba encontrar el de Killers o por lo menos el de Powerslave, The Number of the beast sería mucho pedir. Por eso decidí seguir escuchando el disco compacto que contenía los grandes éxitos de esta grandiosa banda, aparte la oscuridad que ofrecía mi cuarto era el sitio perfecto para estar acompallado por la Doncella de Hierro. sin embargo sentía que faltaba algo en el ambiente, algo que me hiciera sentir verdaderamente extasiado y conforme con mis pensamientos de angustia, una droga que no fuera natural ni química, una maldita forma de sentirme diferente y que hiciera que la noche se terminara para largarme a México al ritual que me esperaba (necesitaba dormir). El autobús partiría al otro día en punto de las 2:00 pm, los días de marzo del 2001 hacían que los aires aparentaran el aliento de un demonio, y cómo no, Iron Maiden se presentaba en el foro sol y yo tenía la entrada a esa reunión. Nos esperaba todo un manjar de canciones que radican en poner al diablo como personaje principal, donde seis británicos serían los encargados de darle vida a los corazones oprimidos de los asistentes, gente que dejó de ponerle atención a la vida para entregársela al metal. El buen Edi nos espera.

La noche pasó rápidamente entre acetato y acetato, dejando al olvido el disco compacto que me había prestado un amigo, mi única preocupación era que las dos de la tarde llegaran a mi vida, no me importaba el desvelo ni mucho menos mi cansancio, con sólo imaginar a Dickinson cantar The Troper me envolvía poco a poco en un sueño profundo hasta perder memoria, hasta perder la maldita necesidad de seguir despierto.

Desperté a la una de la tarde, mi madre me gritó tiernamente diciendo que habían llegado por mi, "ya llegaron para que vayan a ver a esos viejos locos", tan bella mi madre como siempre, además de que nos preparó las clásicas tortas guerreras alucinates, no se por qué pero siempre imagino a mi jefa vestida como Janis Joplin y bailando al ritmo de Light my fire, ahueeevooo, me hace sentir muy bien, en verdad una persona completa, y que se vaya al deminio el maricón de cornejo, me he convertido en una persona realizada, jejeje. con el concierto que iba a presenciar qué más podía pedir, qué diablos puede ser más importante que escuchar Hallowed be the name totalmente en vivo... continuará

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