Hola soy Karina y soy adicta. Por Karina Armenta.

Así es, con gran descaro declaro que me encanta todo aquello que me despierta un algo, que me mueve y me levanta, que me es-ti-mu-la, no digamos sólo el humeante café que cada mañana me regresa al mundo y me despierta desde el olor. En estas líneas destaparé ante el mundo mi mas grande adicción; me encanta la música, considero que es el estimulante por excelencia, la música podría ser lo más personal que podemos hacer en publico, que podemos compartir en la multitud, prestarle primero nuestros oídos a la melodía y ya entrados, si le prestamos un poco de atención hasta podemos invitarla a ojear nuestros recuerdos, que pase hasta la cocina de nuestra conciencia, le importe un bledo nuestra autorización y se valla hasta el subconsciente, en el punto aquel donde vive nuestro verdadero yo, y sin pedir permiso se convierta en nuestra historia, si como el soundtrack de nuestros momentos mas alegres o bien de nuestras mas aciagas y miserables horas, ahí ha estado, consolándonos, celebrando, siempre la música .

Aderezando nuestros momentos de victoria, derrota, esperanza o desazón, hermoso es nuestro matrimonio con la música, vieja loca bipolar, alegre ahora y a al minuto miserable e insufrible, sensual y mojigata, la que todos tienen en la boca y en el corazón, la que con cualquiera se acuesta y a todos se entrega por igual, nunca será recelosa de su encanto, le encanta ser exhibicionista mientras mas le lleguen mejor, si, así es la música y yo me cuento entre los millones de adictos que le rinden culto, cada día, en la regadera, la cantina, la calle, el carro, el ipod o cualquiera que fuese el dispositivo móvil-porta música, la escuela, el baile, rave o bacanal, sobre todo aquellos elegidos que cada día se levantan viviendo el sueño de pisar la cabina y compartir este vicio universal con toda la banda que espera deseosa su dosis del otro lado del micrófono.